Viajamos a
La Paz en un momento muy particular de su historia: es la primera vez que el
presidente de la república es de origen aymara, aborigen, ya no blanco, gringo,
extranjero. Y esta situación tiene mucho de justicia porque según la gente con
la que tuvimos la oportunidad de hablar en esta ciudad tan especial, más del
60% y algunos dicen hasta el 80 – 90 % son descendientes aymara.
Nos contaron que cuanto más alto
se está en La Paz, más pobre es la gente, y viceversa, cuanto más abajo mayor
es el poder adquisitivo. Tuvimos la oportunidad de conocer el casco viejo de la
ciudad, donde nos hospedamos. Allí se nos hacía difícil encontrar “lo local”,
porque la mayoría de las cosas llegaban a nosotros camufladas por “lo turístico”.
El casco viejo es una especie de
microcentro argentino pero a menor escala, esta necesidad de comparar lo
desconocido con lo conocido para poder describirlo. Está la plaza central,
Murillo, rodeada por edificios importantes de gobierno, y se ve a las personas,
muchas de ellas vestidas de traje, corriendo por llegar al trabajo, bocinazos y
griterío, autos y minibuses que no se chocan por casualidad.
Más abajo, caminando a lo largo
de la avenida Santa Cruz, aparecen los cines, cafés y bares que caracterizan al
barrio Sopocachi, de clase media, y la universidad de San Andrés donde se puede
leer apenas se entra, carteleras de color rojo del movimiento obrero, acusando
al gobierno de Evo Morales de intolerante.
Esto contrasta con lo que dicen
las paredes: Evo = dignidad, y con lo que nos contó otro amigo: desde que está
en el gobierno, aumentaron los índices de alfabetización.
Si tomamos el minibús cuyo cartel
dice Ceja hacia el lado opuesto, estaremos en 30 minutos, luego de subir por
rutas empinadas, en el Alto, la zona más pobre, y donde vive la mayoría de la
población. Y si es jueves o domingo asistiremos a una feria gigante, nunca
vista, interminable, donde se venden desde discos y videos, zapatillas y ropa,
hasta barrotes de metal para construir, puertas e inodoros.
Todos los puestos atendidos por mujeres
aymaras, que muchos llaman “cholas”, término que en un principio fue
despectivo, pero que actualmente es aceptado incluso por ellas. Con sus
polleras amplias y coloridas, que para sorpresa nuestra, son parte de la
influencia española, lo que se da en llamar mestizaje cultural, sus sombreros
simpáticos y sus hermosas mantillas sobre los hombros, éstas últimas sí, de la
cultura aymara.
Estas mujeres no sólo atienden los puestos,
sino también cocinan riquísimos guisos y sopas y crían a sus hijos, a los que
llevan con ellas bien sujetos en sus espaldas.
En este recorrido por La Paz se puede observar
toda esta diversidad en la composición de la sociedad boliviana, con grandes
diferencias entre los que más tienen y los que menos, como ocurre con la
nuestra. Lamentablemente esto no deja de ser una constante en los países
latinoamericanos.
Buenisimo Dany, excelente post. Me gusta tu punto de vista y tu observación te mando un abrazo grande, y sigan disfrutando.
ResponderBorrarQué bueno todo lo q contás y transmitís. Q enriquecedora experiencia! un abrazo Deby de la UTIP del Guti (Malvinita...!!!!)
ResponderBorrarQué grosos los dos! Para los que dicen que los terapistas solamente se interesan por el Contenido Arterial de Oxígeno y la Presión Venosa Central. ¡Me bajó la PAFI, estoy en la altura!
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