viernes, 16 de agosto de 2013

Contigo a la distancia

                La inmensidad azul del Titicaca se volvió chiquita luego de encontrar a Corvalán temblando en la defensa de Racing.
                La cultura milenaria riquísima de La Paz se me empobreció al ver las pifias de Ortiz.
                La tranquilidad y misticismo de la isla del Sol de repente fue nerviosismo al darme cuenta que Pillud se iba inútilmente arriba y después no volvía, dejando un buraco en la línea de fondo por el que pasaban todos los atacantes del adversario como pancho por su casa.
                La ilusión de pasar una noche en la isla de Amantaní junto a una familia nativa, comiendo sopa de quinoa, papas y arroz acompañados de un digestivo té de muña, pasó a ser la desilusión constante de un Vietto solitario e impotente con sólo 20 años.
                La alegría de arribar a Puno en una tarde en la que brillaba el sol, se transformó en angustia que corroe los huesos al descubrir los cabellos ondulados rubios de Zubeldía, quien se encontraba callado, sin decir una palabra, sin dar indicaciones a sus jugadores espantapájaros, mientras a mí se me desgarraban las vísceras con cada gol del rival.  
                El recuerdo de un Chatruc que dejaba todo en la cancha para disimular sus limitaciones y un Rubén Paz que acariciaba la pelota como si fueran los senos de la última mujer del mundo se me desvaneció al ver la falta de entrega de un Villar barbudo y enojado y de un ya no tan joven Viola en su regreso sin gloria.
                ¡Ay Racing cómo me dolés en todo el cuerpo! Incluso estando en esta Arequipa soleada que me regala festividades por sus 473 años de vida; a pesar de los colores de las ropas, los bailes típicos, el Misti que se impone con su pico nevado y el río Chilli tranquilizando sus aguas, no pudiendo hacer lo mismo conmigo.
                Me mortificás aunque esté a miles de kilómetros porque sos mi infancia de botines puma de lona, medias hasta las rodillas, pantaloncito corto negro y la celeste y blanca Rosamonte que me llenaba de orgullo y me hacía más alto de lo que era.
                Me afectás porque sos Fillol en el 88 tirándose al piso y sacando una pelota imposible contra el palo; la Tota Fabbri y Gustavo Adolfo Costas desangrándose en la cancha como si fuera una guerra imposible de ganar, pero sí de empatar.
                Porque cuando me termino de duchar me pongo Perfumo y cuando visito las basílicas pienso en Basile. Y si se me escapa un gas, ante la mirada inquisidora de la gente, rememoro a Olarán.
                Racing sos parte de mis células sanguíneas y me pongo anémico cuando te veo tan sin reacción como en el último partido. Sos la médula ósea de mis vértebras y me fracturo cuando te pelotean y no te defendés.
                Porque nací académico y crecí celeste y blanco como el cielo. Y por más que me aleje en un viaje sin fin, siempre llevaré a Avellaneda conmigo.

2 comentarios:

  1. por lo menos Independiente nos está regalando un lindo segundo semestre...

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  2. No nos tenemos que conformar! Acabo de ver la nueva derrota académica desde Cusco, otra vez con Lanús! Y si no fuera por Saja...

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